lunes, 7 de abril de 2014

Mi guerra perfecta

Mira al cielo y apunta, pienso
antes de ser consciente de que
tu tristeza y mi éxtasis bailan
cada noche cojeando del pie izquierdo
siguiendo el ritmo de una sinfonía
de latidos sin bombeo.

Manos arriba, que yo solo he disparado
y no he quitado la debilidad que manchaba tus hombros,
los que no me sostienen por la existencia
de kilómetros de asfalto en carretera.

Siempre he pensado que las victorias
en las guerras cuerpo a cuerpo
son las únicas que no resquebrajan el alma por dentro.
Lo malo es que solo somos consecuentes
con la derrota y así conseguimos
que las pupilas no dejen de hundirse en un llanto sin sentido.

Tengo miedo del punto muerto de tu espalda,
octava vértebra a la derecha,
justo el lugar al que apunto cuando la recámara está cargada.
La pólvora acabó estallando en mis dedos sin darme cuenta.

Sálvame de la vida ahora que tenemos
días libres con ansias de primavera.
El estandarte de margaritas
en tus sueños está más fuerte que nunca.
Los tréboles que encuentras son los que tienen suerte de tocarte
y formamos con ellos la bandera perfecta para proclamar
que el amor todavía, no nos ha matado.

Ya ves que dar todo a la primera es quedarse la última, sola,
escondida entre gatillos y susurros antibalas que me protegen
de tu lejana presencia.
Hasta que los intentos nos consuman
y no sepamos hacerlo mejor,
seguirás siendo la batalla que asalta todas mis ganas.
Si me vas a querer así te declaro eternamente mi guerra perfecta.

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