de flechas o de cualquier otro arma
con ganas de atravesarte, y así enamorarte.
La mía no soporta el dolor
de más heridas cerrándose
a las que llaman cicatrices
y yo sólo sé llamarlas por tu nombre.
Los polos opuestos se atraen.
Los corazones reventados se quieren.
Catástrofe es tener los ojos llorosos
y no saber por qué.
Vaciarse por dentro con cada calada de aire,
cuando debería ser al revés
y no parar de llenarme.
Sentirte cerca ya no está entre mis planes
porque el verbo tenerte
ya no se conjuga a la luz de una luna más llena
que cualquiera de nuestras despedidas.
He olvidado rozarte
como las hojas al suelo en otoño
o unos labios a su copa un diciembre.
La primavera me ha sacado a bailar
y por un instante no me he podido resistir
a recordar mis pies buscando
su pareja perfecta.
Y no a ti.
El invierno se refleja en mi espejo
todas la mañanas y el verano ya no aguanta más
la espera y la llegada de otras manos deseando una suave caricia.
Debería decirte que los años ya no se miden en estaciones
sino en besos
pero a mí siempre me ha gustado
que todo esté ordenado
aunque sea de cuatro en cuatro.
No has venido a abrazarme en sueños,
creo que ya no te quiero
y siento que solo seas el amor de mi
NO vida
no supiste arreglármela
y lo necesitaba más que nada.
Más aún que a tus dolorosas soluciones.
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