sábado, 19 de abril de 2014

Duele(s)

Yo también me enamoré de la vida más de una vez,
desde entonces los semáforos no cambian de color
las agujas del reloj han dejado de marcar las y media
y el olor a tierra mojada ya no se cuela por la ventana.

Estoy en riesgo de tener un Corazón partido en mil pedazos
por culpa de la vida a la que tanta luz he robado
y nunca me ha abandonado a la deriva.

Sigo buscando el arma que me permita
abrirte mi ventrículo intacto.
El resto por ahora está en plena reparación,
hasta nuevo aviso o despedida.

Los tropiezos bañados en dolor
recuerdan incansablemente
los besos perdidos y los gritos ahogados
bajo una cortina de escombros
que no han sabido recomponerse,
igual que yo.
Y si la vida duele nos aguantamos y sonreímos bien alto
y no fuerte porque la fuerza está coja de felicidad
desde hace un tiempo y desde  las alturas
se siente todo más claro.
Nos reconocemos en silencio,
por las ganas y también por los miedos.
No sé que pesa más en la balanza del desconsuelo.
He dado dieciséis vueltas alrededor del Sol y aquí sigo,
intentando recorrerte cada milímetro sin sufrir más rasguños.

Todo esto es algo parecido a una declaración de intenciones
a unos oídos sordos y cobardes.
Es como irse sin nunca haber llegado
                              y
tener la sensación de que has estado.

Cuando se habla de amor hay que ser valiente
porque corres el riesgo de acabar con el corazón cicatrizando
encima de las manos y la mirada perdida en una esquina.
Exactamente igual que un bombardeo que estalla
cuando mis ojos no saben si decirte que te quedes queriéndome
o que te vayas dejándome unas bonitas ruinas
para volver a  reconstruirme.
Ni conmigo, ni sin ti, y aún así
te sigo considerando poesía por encima de cualquier verso,
porque duele(s) a morir.

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