jueves, 20 de marzo de 2014

Mi ciudad eres tú. Que le den a París.

He decidido hablar de París,
porque ya no nos queda a medida
la ciudad del amor,
y es que nos ha dejado
por imposible al ver
que no podemos ser luz
bajo su cielo blanco.

Tú no has estado
entre sus calles,
yo me he perdido en ellas además de fugarme en las tuyas,
porque fue la única manera de encontrarme,
sin ti.

Quizás sea una osadía compararos
pero es que me habéis hecho sentir lo mismo,
felicidad lo llaman.

Os he recorrido a pesar del cansancio
y no me han consumido
las ganas de dejar de hacerlo.
Todavía las conservo para ti
en una botella a punto de caer
a un mar de lágrimas que no he podido visitar,
ya que quiero volar a una isla desierta solo contigo.

Correr bajo la nieve de París es ver cómo llueve
dentro de una habitación con fotografías viejas una noche de verano.
Indescriptible.

Bailar bajo la Torre Eiffel
con los pies rasgados
de tanto escalar las paredes
de tu corazón
es un placer que ojalá conozcas pronto.

Tu cuerpo es mi ciudad en ruinas
porque te conozco palmo a palmo
y aun así no puedo volver a construirte,
porque el presente nos ha arrasado.

Quiero que sigas siendo mi ciudad,
porque no tengo otra forma de
                                                   ser persona.





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