viernes, 14 de febrero de 2014

Puertas.

El amor volvió a llamar a mi puerta,
la misma que permanecía cerrada
con tres vueltas de llave,
una por cada desencanto.
Y con cadenas por cada fallo.

Volviste a derrumbar las cuatro paredes
que sujetaban mi desconsuelo.
No hizo falta verte por la mirilla
porque te colaste como hace el viento cada noche.

Desde que existes las puertas medio abiertas
son refugio y remedio contra la soledad.
Las  cerradas son mi hogar porque tú estás dentro
y no tienes intención de salir dando un portazo.

Las llaves giran con entusiasmo
al comprobar las ganas que te tengo,
que nos tenemos, en cada desvelo.

Te voy a confesar algo en forma de susurro, que le den a las puertas.
A mí me siguen gustando más los puntos suspensivos
sobre las cerraduras, porque no quiero que te acabes
ni que cierres los ojos sin mí.

Por si acaso os doy un consejo,
a partir de ahora dejad las puertas y ventanas abiertas al amor.
(Aunque sea para garantizar una salida cuando los daños sean irreparables).

No hay comentarios:

Publicar un comentario