miércoles, 8 de enero de 2014

Me perdí en sus ojos.

Sus ojeras, llenas de aire,
vacías de gritos de volver a verme.
Ya no los escucho.

Cada milímetro de sus pestañas
era cada una de las paredes de mi casa.
Imaginaos las inundaciones
de tristeza que sufrí con cada lágrima.

Sus pupilas eran mi latido,
ya gastado de tanta espera,
de tanta repetición del verbo ser
y mis pocas ganas de desaparecer.

Mis párpados sin fuerza
se rindieron cada noche,
en cada sueño,
recordando su risa.

Los suyos seguían bailando al son
de la brisa tímida de invierno.

Me perdí, y todavía no he encontrado
el camino de vuelta a mi vida, sin ti,
ni siquiera una señal de "cuidado hay peligro"
o una puerta para salir huyendo.
Nada.

Me pregunto qué idioma hablan sus ojos,
ahora que yo no me reflejo en ellos,
qué ven más allá de la Luna,
si no es nuestro brillo.

No te preocupes, conseguiré encontrar una vía de escape,
un intento por cada llanto y
un abrazo de otro por cada mirada perdida.

Me declaro ciega de ti porque bebí de tus caricias hasta el límite del desgaste.
Ciega por ti porque no supe ver nada más que tus dedos sobre mí.

Qué pena que hayamos dejado de vernos
por dentro para hacerlo desde lejos.
Te deseo unos ojos repletos de amor
y no de destrozos,
como los míos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario