sábado, 11 de enero de 2014

Tu piel era Napalm.

Seamos vida, con o sin ella.
Pudiendo ser eternos
decidimos quedarnos a medias,
ser dos mitades que aún hoy
tampoco se corresponden.
No se complementan.

En el fondo nos parecemos,
el cielo y yo,
los días de lluvia y mi interior,
el Sol de invierno y mis ojos.
Así, eternamente.

Nuestro bucle es el más bonito
y no nos damos cuenta.
Corre, estamos a tiempo
de volver a sonreír, de nuevo.

Tenemos tanto miedo a vivir
como nos gustaría, que simplemente
                           
                                       nos conformamos.
La sed de ti se acaba, lo siento.

En el hueco de tu clavícula,
cuando te encoges de hombros
al intentar responder a cualquier duda,
allí me estampé yo, de amor,
creo.

Nos propusieron ser vida.
Te permití salvarnos.
Lo hemos desperdiciado.
Me has buscado,
no he parado de encontrarte.
Hemos perdido la locura
que caracteriza al corazón.

No habléis de destrucción masiva
si no os habéis levantado sabiendo
que no volveríais a escuchar su voz.
Eso es destrucción lenta,
inconsciente y decidida.
Nuestra perdición asumida.

Qué bonito ser vida antes,
durante y después de ti.
El problema es el estado de esa vida,
líquida, sólida y gaseosa respectivamente.

Voy a fumarme tus ganas de recordarme
porque yo no hago otra cosa que luchar contra mí,
por olvidarte.
Es solo para dejar de sufrir.


No hay comentarios:

Publicar un comentario