miércoles, 7 de septiembre de 2016

Los cuentos muchas veces no son como los cuentan


No me vengas con cuentos cuando me dormía cada noche
bailando con mis miedos

Los tres cerditos era un cuento de promesas,
el primero solo prometió palabras
que se las acabó llevando el viento.
El segundo intentó cumplirlas
pero al final solo encontró resignación
y el último dejó el camino fácil
y ladrillo a ladrillo cumplió con hechos
cada una de sus palabras.
Cumplió su propio sueño.

Nadie le ha preguntado a la abuela
de caperucita de qué murió y tampoco
ha puesto la mano en el fuego,
ni en la boca del lobo, para acariciarlo,
por miedo.
Que ir sola caminando por el bosque
no es de valientes cuando no te encuentras
de frente con el lobo.

Que quizás la cenicienta dejó el zapato de cristal
porque estaba cansada de pisar sobre la sangre
que derramaban sus propios pasos
y solo quería huir tocando tierra para poder sentir calor.
Que nadie se ha preguntado nunca cómo besa el sapo
pero todos quieren un príncipe a caballo.

La bella durmiente solo esperaba un golpe de suerte
un hilo al que aferrarse para seguir su camino
pero fue la única que encontró la aguja dentro del pajar
y se pinchó.

El genio de la lámpara solo conocía oscuridad
Merlin estaba cansado de tanta magia
y la sirenita solo quería volar.
Que la bestia acabó con coraza por hostias de la vida
y la bella quizás no era todo lo que merecía.

Pero aquí seguimos escuchando fantasía
cuando quizás lo único que necesitamos es asomar
la cabeza por encima de la colcha
y abrazar los monstruos que viven debajo de la cama.
Quizás así acaban las pesadillas
y empezamos a soñar.

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