miércoles, 24 de agosto de 2016

Touché et coulé

La mayoría de la gente quizás piense
que estoy loca por encontrar la paz
en mar abierto,
por ser calma en medio de una tormenta.
No  soy una chica corriente,
o quizás sí, pero me gustan
los océanos a pecho abierto
el agua salada
y las calas como precipicio.
No veo en las olas un enemigo
que juega al despiste
veo unos brazos que solo quieren
a alguien que se quede quieto,
varado
en medio de la orilla.
Al fin y al cabo a nadie nos gusta
sentirnos insignificantes,
y todos necesitamos tener
algún sitio al que volver
cuando todo se desmorona.
Un jaque mate no es perder una partida de ajedrez
es no saber a quién mirar cuando te ahogas
no tener chaleco anti-destrozos
ni tampoco una soga
que atar para poder salir corriendo
y tener una señal para no estar perdido.
Llevo un ancla colgada del cuello
y no como símbolo de anclaje,
si no como el paso previo y necesario
a comenzar el vuelo.
Aunque sea raso.
La piel seca y no por la sal de mis heridas
que han aprendido a curarse solas
de la mano del tiempo.
Siempre me gustaron las pieles con vida,
marcas, cicatrices, cansadas y gastadas
de sentir.
Yo me he ahogado, literalmente
y se han tirado a por mí sin pensarlo
porque dicen que lo contrario de vivir
es no arriesgarse y yo no tengo miedo
a lo que puede matarte
porque al fin y al cabo esto solo es un juego.
Un juego de valientes.
No digo que lo sea porque los superhéroes
están hechos de otra piel y no llevan capa,
se mueven entre nosotros y tienen nombre y apellido
pero una vez me dijeron que si era la mejor versión
de mi misma y al menos, eso lo intento.

Aunque no siempre salga bien.


No hay comentarios:

Publicar un comentario