miércoles, 13 de mayo de 2015

Daños colaterales

Tengo que reinventarme y dejar de soñarte
en cada luna menguante
pero es que se está tan bien con tu recuerdo
que me cuesta una vida no pensarte.

Un insomnio más que se viste de ti
y veinte versos menos que no se desnudan en tus manos.
Un corazón dolido debajo de las sábanas
busca un remanso de paz.
Mientras tanto te escribo:
mátate contra mi pecho en un salto mortal
vamos a prepararnos para caer en picado.
A ver si nos salvamos
sin querer
queriéndonos,
a ciencia cierta de que todo esto no es más que una locura incierta.

Siempre he sido más de esperar a la vida
y ver qué me traía.
Me lancé más de una vez a las vías de cualquier tren,
aunque tuviese que reconstruirme después.
Estoy hecha de ruinas de otros y no sé hasta qué punto llegaron a ser mías.
Se mantienen inherentes,
pisando fuerte.
Nadie nos enseña a amar sin dañar
y la jodida manía de cargarnos los corazones que no son nuestros
se nos da de maravilla.
Dame tiempo, aún estamos tirándonos las certezas a la cabeza.

A veces la vida es muy puta y no hay que hacerle caso.
Solo beberte el vaso y dejarlo vacío para volver a llenarlo.
Mantengo un pulso constante con el verbo querer(me)
desde que no me miras
para no tener miedo al tacto intacto de tu piel.
Necesito otros daños colaterales que miren como tú
y reanimar un amor muerto en el combate de un adiós.

No hay comentarios:

Publicar un comentario